jueves, 4 de noviembre de 2010

CC Sebastià Giralt

-Que niño más precioso hemos tenido, ha salido a su padre.
-Si es precioso pero no ha salido a mí, tiene toda tu cara.
 -¿Ya tienes pensado que nombre le pondremos?
-No aun no, no sé… Pero deberíamos pensarlo pronto. ¿Te gusta el nombre de Marte?
-¿Marte? Si, no está mal. ¿y por qué ese nombre?
-Porque sé que este niño será fuerte y luchador.
-Pues es bonito, si es lo que tú quieres así será.
(Cada día que pasaba el padre le tenía más cariño a su hijo)
A los cinco años Le dice el joven;
-Papa ¡Mira, mira! ¿A que se montar bien en carroza?, De mayor me llevarán en una enorme, porque seré el cónsule de Roma.
-Hijo mío, esa es una meta muy difícil.
-Yo lucharé por ser alguien importante en esta tierra.
(Un día normal… en la escuela el profesor le dijo a Marte):
-Marte tengo algo que comentarte.
-Dígame don Románcio.
- ¿A qué te gustaría dedicarte en un futuro?
-Yo seré alguien importante en Grecia, un gran guerrero o el mismísimo cónsule. ¿Por qué lo pregunta usted?
-Pues es que tienes un coeficiente muy alto, más que los demás niños de tu edad y quería animarte a que luches por tus metas, lograrás conseguirlas si te esfuerzas.
-Gracias don Románcio, cuando sea el cónsul usted  será mi legado, por toda la educación que me está enseñando durante estos años y porque gracias a usted soy mejor alumno y sobretodo... ¡mejor persona!


Crédito de la imagen
Att: Marina Rueda Caballero 3ºB

1 comentario:

  1. Lo del coeficiente queda un poco raro en época antigua, ¿no crees?
    Enhorabuena por la rapidez y por escribir cada vez mejor.

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