A grosso modo, un buen día.
El otro día, sali de casa por la mañana, a priori, parecía que iba a hacer buen tiempo, pero después se fue oscureciendo el día.
A posteriori cojí el coche dirigiendome hacia el casino, me quivoqué de camino, y pensé... errare humanum est.
Ante de llegar, recojí a mi amigo, le expliqué por que había llegado tarde, y le me dijo que eso era peccata minutta.
Llegamos al casino, y antes de entras nos dijimos dos cosas, la primero, carpe diem, pasara lo que pasara, y la segunda, que con el dinero que ganaramos ibamos a ex aequo.
Yo empezé a jugar con la ruleta de la suerte, gané 200 € y grité.. VENI, VIDI, VIQUI.
Después de este subidón de adrenalina, me dio la sensación de tener un alter ego, a pesar de eso continué jugando, esta vez a la roulette, cuando el crupier me dijo que eligiera número, me quedé in albis, no sabía que decir, y lo aposté todo al 12.
En aquel momento, un hombre que se posó en la mesa, dijo, alea iacta est, rara avis había escuchado yo esa frase.
La bola paró justo en la raya, que cosa mas rara, y el crupier dijo, in dubio pro reo, así que yo gané muchísimo dinero.
De facto, ya era la hora de irse, en la que habiamos quedado antes, pero mi amigo no habia gando nada de dinero, entonces fuimos los dos juntos a la roulette, y apostamos su dinero al 7, esta vez la bola si que cayó en el número adequado, me dijo: esto ha sido in extremis, eh?
Él ganó menos dinero que yo, pero cómo le habia prometido que ibamos a ex aequo, le di la mitad. Que conste que se lo dí por motu propio.
Adrián Iglesias García 3ºB
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