Hércules, hijo de Zeus, es el último héroe que este engendra en mujer mortal, al enamorarse de Alcmena, la hija de Electrión, a la que encontrándose ella en Tebas, engaña presentándosele con la figura corporal de Anfitrión. Alcmena, establecida en Tebas con Anfitrión, no había consentido en consumar su matrimonio con Anfitrión hasta que éste ejecutara la campaña de castigo contra los Teléboas que Electrión no había podido llevar a cabo. También Anfitrión, tras el episodio de la zorra de Teomeso, había partido hacia Tafos y, gracias a la traición de Cometo, había conseguido una total victoria contra Pterelao y los Teléboas. Emprende, pues, Anfitrión su triunfal regreso a Tebas, pero cuando está ya cerca de la ciudad, cuando Zeus, enamorado de Alcmena, se presenta a ella haciéndose pasar por Anfitrión, le cuenta que ha cumplido victoriosamente la misión de castigo contra los teléboas que ella le había exigido (por ser los matadores de los hermanos de Alcmena), y logra así que Alcmena le reciba en su lecho, creyendo que es Anfitrión y consintiendo por fin en la consumación del matrimonio: engaño de los más célebres de toda la mitología clásica. | |
Terminada la larga noche, Zeus, sin descubrir a Alcmena su verdadera identidad, le regala una copa que dice haber recibido de sus soldados como trofeo de victoria; tras de lo cual, Zeus se marcha, siempre sin dejar a Alcmena el menor indicio o sospecha que no sea el verdadero Anfitrión. Poco después al parecer, durante el día que sigue a la noche larga, llega el verdadero Anfitrión y le parece que Alcmena lo acoge con cierta frialdad; es más, al referirle los pormenores de la campaña, Alcmena le dice que ya se lo ha contado la noche anterior, noche que ha pasado con ella, lo que alarma grandemente a Anfitrión, que llama a Tiresias para que le ilustre sobre lo que le haya podido suceder.
El entusiasmo de Zeus por Alcmena es tan grande, que, habiendo llegado junto a ella al empezar la noche, triplica la duración de esa noche que pasa con Alcmena, haciendo que el sol salga con veinticuatro horas de retraso sobre lo que habría sido su orto ordinario al terminar aquella noche. Ahora bien, con Apolodoro concuerda bien la narración senecana: "ese hijo para cuyo nacimiento el cielo consumió un día y el sol salió con retraso en el mar oriental por habérsele ordenado que retuviera su luminaria sumergida en el Océano", con lo que la continuidad de la estancia de Zeus con Alcmena durante una noche de treinta y seis horas, y un retraso de veinticuatro horas en la subsiguiente salida del sol, parece ser la forma más genuina de esta tradición mítica de la concepción de Hércules. Att: BORJA NOWAK |
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